Recuerdo una tarde cálida y acogedora de domingo cuando comencé a leer "Guiando la hiedra" de Lina Meruane. Buscaba un refugio en las palabras, un escape de la rutina diaria, pero descubrí que era mucho más que eso. La obra de Meruane no solo me dio una experiencia literaria enriquecedora, sino que también me dio una nueva perspectiva sobre la vida y las relaciones humanas. 

    Con su prosa poética y evocadora, "Guiando la hiedra" me llamó la atención desde la primera página. Meruane nos introduce en un mundo donde la naturaleza y los sentimientos humanos se fusionan en una danza armoniosa con su habilidad magistral para entrelazar palabras. La metáfora de la hiedra, que se enreda y se extiende, es una representación sublime de cómo nos aferramos a las personas y a los momentos que nos definen, así como de nuestras conexiones emocionales.

    Cuando la protagonista describe su relación con su madre, fue uno de los pasajes que más me impactó. La hiedra crece fuerte y robusta, alimentada por la tierra rica de su historia y el sol cálido de su amor. Pero también está marcada por las cicatrices de las podas y las decisiones difíciles que la vida exige. Esta imagen fuerte me hizo recordar las complejidades de mi relación con mi propia madre. Hemos tenido momentos de cercanía y distancia, de entendimiento profundo y de conflicto, pero siempre hemos tenido un lazo inquebrantable, como la hiedra que sigue creciendo a pesar de todo.

    Meruane no solo cuenta una historia, sino que también nos hace pensar en nuestras propias vidas. Sus personajes son complejos y realistas, enfrentándose a dilemas universales que resonan con cualquiera que haya experimentado el amor, la pérdida o el desarrollo personal. La escritora, quien se crió en Santiago de Chile en 1970, ha sido elogiada por su habilidad para abordar temas complejos y universales con una voz única y emocionante. Su trabajo ha obtenido reconocimiento internacional, y "Guiando la hiedra" es una prueba de su habilidad literaria.

    La lectura de este texto fue una experiencia que cambió mi vida. Me llevó a una introspección profunda y a apreciar la belleza de la escritura de Meruane. Me encontré reflexionando sobre mis propias raíces, así como sobre las personas y los eventos que han moldeado quién soy. Para mí, la hiedra se convirtió en un símbolo de resiliencia y perseverancia debido a su capacidad de adaptarse y crecer en cualquier condición.

    Uno de los aspectos más notables de la escritura de Meruane es su uso del léxico valorativo. Cada palabra parece cuidadosamente seleccionada para evocar una emoción específica, para pintar una imagen vívida en la mente del lector. Esta precisión en el lenguaje no solo enriquece la experiencia de lectura, sino que también refuerza los temas centrales de la obra. Palabras como "robusta", "fértil", "cicatrices" y "resiliencia" no solo describen, sino que también provocan una respuesta emocional, conectándonos más profundamente con la historia.    

    Por último, "Guiando la hiedra" de Lina Meruane es una obra que va más allá de las palabras en una página. Es una invitación a explorar nuestras propias emociones y relaciones, a encontrar la belleza en las complejidades de la vida. Mi experiencia personal con esta lectura fue tanto positiva como transformadora. Me recordó la importancia de las raíces que nos sostienen y la fuerza de la hiedra que nos permite crecer sin importar las circunstancias. Meruane demuestra que la literatura tiene el poder de tocarnos profundamente, guiarnos y transformarnos.






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